jueves, 7 de mayo de 2009

Un brote verde

Es solo una frase, pero sin saber muy bien por qué, viene a mi memoria mi primer trabajo después de salir de la facultad.
Había pasado una entrevista demasiado facil, mas aun cuando llevaba dos meses peregrinando por una decena de despachos new age, donde un psicólogo intentaba discernir cuanto sabía de zunchos, pórticos, pilotes o pilares ¿ Es que ninguna empresa de recursos humanos tiene dinero para contratar a un ingeniero que sepa de lo que está hablando? Por otra parte están esa serie de test del infierno que intentan sondear tu alma. No creo que yo sea un ser tan extraño, que a la mitad de las preguntas tiene que contestar al azar, puesto que siempre falta una respuesta, la mía. Mi primer resultado me dejó helado: C.I. 130 (Depende del test, me muevo entre 120 y 130, aquel día estaba inspirado), Vista espacial 98 % (Soy de la generación del tente, y eso siempre se nota), nivel de inglés alto ( if, if ), pero lo mejor de todo vino con el test de personalidad.
Personalidad introvertida ( Hombre claro, si fuera extrovertido hubiera pegado un braguetazo y estaría en mi mansión pegándome la vidorra), Calculador ( Evidente, si no tuviera visión de futuro, no estaría en una entrevista para un puesto de trabajo en Madrid, en el que se me ofrece una gran responsabilidad y trabajo, por la friolera de 800 Euros brutos al mes), tranquilo ( Tu dirás, estoy viendo como deshilachas mis entrañas, con el traje de los domingos y cara de poker), mentiroso ( ¿Perdón?, que cojones estás diciendo. Mentirosa será tu puta madre, que te anima a ser un destripailusiones, y encima te dice que está orgullosa de ti. Mentiroso tú, o acaso le has contado a alguien que trabajas de chivato, has reconocido delante de otro ser humano que te dedicas a diseccionar a la gente y ponerles nota. No calificar sus conocimientos, no sus capacidades, no su atención; pones nota a su personalidad, a sus valores, a su vida).
De la manera más educada posible le pregunté, ¿Como puedes saber que soy un mentiroso?
El, con una suficiencia extrema contestó: Hay preguntas en el test para averiguarlo.
¿Cómo por ejemplo? Interrogué
Sin darle ninguna importancia, me contestó: no te preocupes, que por lo demás te adaptas a nuestro perfil.
(No. No quiero, que cuando pida un aumento, piensen que estoy de vacile, o que cuando pulse la seta de sobrecarga piensen que estoy de broma. ¿Quien ha calculado esta estructura? Gaixo, pues entonces quita barras que este es un exagerado)
Perdona, volví a insistir, la mitad de los problemas de mi vida me han venido por decir la verdad, podría indicarme en que pregunta ha discernido, erróneamente, que soy un mentiroso.
Con desgana, el lechuguino engominado sacó mi test del dossier que estaba encima de la mesa y ojeó las respuestas señalando una.
¿Has odiado a tu padre? Tú has respondido que no, y todos hemos odiado a nuestros padres.
Yo a mi madre la he odiado por casi todo, por el pijama, por la verdura, la ropa, la ducha, por el sueldo, la hora de llegada, la hora de acostarme, la de levantarme, por el regalo de cumpleaños … Pero a mi padre, que es lo que preguntas, nunca.
Después de expuesta mi situación, el pollopera imberbe me hizo un poco menos mentiroso. El resto de la entrevista pasó sin pena ni gloria, pero en mi corazón se comenzó a fraguar este odio intestino contra los entrevistadores de oficio, con los que me he tenido que enfrentar a lo largo de mi vida, y que no descarto tener que volver a hacerlo. Son como los vecinos de tu nueva casa, solo en el traslado de los muebles, te juegas el 90 % de tu estatus en la nueva comunidad. La entrevista para la empresa Hnos. Beltran eja estaba muy lejos de estas entrevistas capitalinas con 400 hienas peleándonos por un puesto en uno de los emporios internacionales, que tienen en España su dehesa de verano. Esta era una empresa de provincias que se dedicaba al fusilamiento y fabricación de… digamos… ventiladores. El orondo gerente de la empresa, había heredado el chiringuito de su padre, y había dedicado sus 140 kilos de potencial a exportar el producto a Francia y Alemania.
Yo ese día estaba especialmente optimista, la primera entrevista a menos de 100 km de mi casa, y encima hacía una temperatura estupenda para ir de traje, cogí un taxi para llegar hasta el polígono y me presenté una hora antes de la entrevista en la puerta de la nave. Una vez localizado el emplazamiento de la empresa me dispuse a tomar un café en las proximidades. Encontré un bar estupendo, todo me sonreía, incluida Paula, la exuberante camarera latina que me sirvió complaciente el café diario durante todo mi bagaje en Hnos. Beltran eja. Cinco minutos antes de la hora concertada para la entrevista me presenté en la puerta, con la mejor de las sonrisas que puede conseguir una buena ortodoncia, llamé al timbre. El administrativo me abrió la puerta y una vez hechas las presentaciones me dejó encerrado, durante unos eternos cinco minutos en la sala de reuniones.
De pronto se abrió la puerta y apareció un personaje de una belleza difícil de describir con palabras, un ente de metro setenta con la boca torcida por un aire que había sufrido dos años atrás, el cual le hacía hinchar uno de sus mofletes al hablar, A pesar de ser una putada muy gorda no dejaba de tener su gracia la forma de hablar del citado individuo. Acababa de subir la friolera de siete escalones que separaban su despacho de la sala de reuniones, y parecía que venía de segar o algo así. Sudaba por todos sus poros, y a pesar de no fumar (en público), se le veía desesperado por conseguir un poco de aire. Sin decir absolutamente nada, se encamino hacia la mesa donde yo me encontraba y cogió el mando del aire acondicionado, con una seña me invitó a sentarme y se sirvió un vaso de agua de la fuente que había en la sala. Una vez recuperado el resuello, se presentó, y ojeando mi currículum hizo un gesto de aprobación. Charlamos durante una hora de lo que serían mis condiciones laborales, mientras no dejaba de leer una y otra vez el escueto currículum que, aun adornado era muy corto en ese febrero de 2003. No sé que le pudo atraer de ese folio en el cual mis datos personales y foto ocupaban más de la mitad del espacio, y mis aficiones el resto. No sé si mis años como camarero, jugaron a mi favor a la hora de hablar de diversos temas ajenos a mi futuro trabajo, o quizás mi notable expediente académico, coronado por una meritoria matrícula de honor en el proyecto de final de carrera. Con el paso del tiempo, creo que mi jefe no se veía con posibilidades de volver a subir esos malditos siete pasos de escalera, para entrevistar a otra persona. El caso es que salí de aquella nave con la seguridad de que volvería en breve. Decidí volver del polígono andando, y a mitad de camino mi teléfono sonó, era la voz del administrativo que me había abierto la puerta, citándome en media hora en una gestoría de la ciudad para hacerme el contrato.
A la semana siguiente busque piso, y el día uno del mes siguiente me incorporé al trabajo.
Eran las siete menos cuarto de la mañana cuanto me planté en la puerta de la fábrica, con más ilusión que nervios, era un contrato de practicas, cobraba el sueldo más bajo de todos los empleados que trabajaban en esa empresa, es curioso como un ingeniero en prácticas, ni siquiera cobra el sueldo mínimo interprofesional, pero a mi eso me daba igual, tenía trabajo, y los empleados de cadena me hablaban de usted. Mi trabajo durante la primera hora fue esperar a mi jefe, que entraba una hora después del resto, por lo menos los administrativos eran gente simpática y me hicieron el trance mucho más llevadero.
A las ocho apareció mi jefe, el supuesto cicerone de mi primer día, me dio una vuelta por toda la fábrica, y a eso de las once, aprovechando el cuarto de hora del café me presento ante toda la plantilla, mas que una presentación, fue una exposición y su frase fue muy elocuente “por fin tenemos un ingeniero en plantilla”. Si yo estaba en prácticas, quien se supone que me iba a formar, no sé por qué, yo había pensado que habría otro ingeniero en plantilla. Pues no. Durante la espera, un administrativo me había comentado que una de mis labores sería renovar el sello de calidad de la empresa, puesto que en la última auditoria, primera desde la consecución del sello, se habían detectado varias no conformidades, las cuales no se habían solucionado por dejadez del jefe de producción y que la siguiente auditoria era en tres meses, lo cual me había preocupado; sin embargo ahora estaba completamente cagado.
Ese día el jefe de producción tenía un Moscoso, por lo que, una vez tomé posesión de mi despacho comencé inmediatamente a familiarizarme con la política de calidad de la empresa, suponiendo que al día siguiente tendría uno de esos días en los que te bombardean con miles de datos sobre el funcionamiento de la producción de la empresa. A las tres de la tarde, se acabó mi primer día, y por suerte un empleado que me había visto subir andando a trabajar, se ofreció a bajarme y a subirme el resto de los días, supongo que por hacerme un poco la pelota.
Al día siguiente me presenté al jefe de producción, un animal de los de bellota, un gañán de esos que viven del buen trabajo de los demás, sin más preocupación que la de poner el cazo a final de mes, ninguna innovación, ni en cadena ni en producto, ninguna optimización en el montaje, ninguna facilidad para el operario, nada, nada de nada solo voces y a dormir. Montajes parados por falta de material, acopios desastrosos, pérdida de albaranes, facturas, incluso palets enteros de producto sin registrar. Esa era la trayectoria de mi jefe de producción. La bienvenida estaba completamente acorde con la mentalidad de ese energúmeno, sus palabras fueron algo así como “Buenos días, si crees que te vas a quedar con mi puesto, te has equivocado, arregla esa mierda de la iso y vete con viento fresco”
Y así fue mi bagaje por Hnos. Beltran eja, durante los tres meses siguientes apenas me dirigió la palabra, tenía que aprender por mi mismo, preguntando a los empleados o simplemente observando. Pero lo conseguí, pasé por los pelos la auditoria de calidad, y el trabajo que realicé tuvo su recompensa. Al día siguiente de la auditoria el gerente me llamó a su despacho, supongo que por no subir escaleras, y me dijo con muy buenas palabras que entre el jefe de producción y yo, se quedaba con él, ya que había llegado antes. Con una palmadita en el hombro y su enhorabuena por el trabajo realizado me puso de patitas en la calle.
No volví a saber nada de ellos, puesto que mi siguiente trabajo estaba bastante lejos de allí, hasta que al año siguiente me llamó el gerente para que volviese a la empresa, un año de andadura como putas por rastrojos había desembocado en la pérdida del sello de calidad, y por tanto la consecuente pérdida de los pedidos en otros países. Y yo regodeándome en su desgracia le informé que dos meses antes yo había conseguido el sello de calidad para la empresa para la que trabajaba ahora. Pero esa historia la dejaré para otro día.
En fin que a lo que iba, que un brote es un brote, y una planta que brota y crece muy rápido y sin ser plantada, normalmente es un frondoso zarzal.

jueves, 16 de abril de 2009

Reflexión

Si todos mintiesemos, acabaríamos con el planeta. Si no mintieramos ninguno, acabaríamos con la especie.

Diario de un alma coventrizada

9:00 Lloro, grita, me voy.
10:00 Pido, niega, lloro, consuela, grito, me echa.
11:00 Busco, niega.
Busco, niega.
Busco, suspira, ruego, llora, me voy.
14:00 Llego, pide, niego impotente, llora, lloro.
Pide, niego, llora, lloro, llora, grita, grito, llora.
16:00 Paseo, pasea, saluda, lloro, llora, paseamos.
Miro, pasean, lloran.
21:00 Pide, pide, pide, grita.
Me asomo, caigo, rio, llora, llora.

Tiempos dificiles

La noche oscura, y a lo lejos la luna clara. No sé si es el sopor, o este romper de olas lo que no me deja escribir.
No puede ser, son tantas las cosas que tengo que decir, que al final no digo nada. Grito tan en silencio, que ni siquiera me escucho y al vaciar el cenicero me doy cuenta de que fumo demasiado.
No faltan temas, lo que faltan son las palabras, que antes de llegar a mi pluma invaden mi alma y solo me queda llorar.
Yo estoy bien, ahora no me falta nada, si embargo ahora que tengo todo, me asola una sensación nueva, que es el miedo a perderlo.
Veo cosas extrañas, veo movimientos oscuros en las atalayas, y en el valle el rebaño está tranquilo, no piensa que cuando el pastor tiene hambre mata un cordero. Los pastores no solo están hambrientos, tambien están nerviosos. Han cambiados a los perros, pero nos acosan los mismos lobos, viejos y resabiados.
Veo padres llorándo mientras sus hijos duermen de prestado, veo manos trabajadoras al sol, y manos ociosas arreando el redil.
Ahora que el pasto se acaba, en lugar de buscar nuevos prados, nos alimentan con recuerdo del rocío de la hierba que comimos ayer.
Lo peor de todo es la duda que me corroe, creo que es muy dificil solucionar problemas de oveja cuando eres el perro o el amo; cuando no tienes que comer hierva, ni te espera un inevitable final anunciado, solo escuchan un balar desesperado que no entienden, que encima les estorba y pone nerviosos. El problema es el de siempre, y la frase no es mía
" Cuando el rico invita al pobre a su mesa, es para que friegue los platos"

miércoles, 11 de marzo de 2009

Lobos

No te creo, sé que no me mientes, que tu te lo crees; pero no es cierto. Escúchame un momento. Recuerda, recapacita y piensa, siente el momento. No escupas palabras aprendidas, no vomites lo que recitaron tus ancestros.
Abre los ojos, que no se trata de tu dios ni del mío; hablemos del nuestro. Observa esos trozos de carne, llenos de vida hace un momento, todos te ofendieron. Todos iban de viaje a quemar a tu dios en la plaza del pueblo.
No me ofendas, haciéndome creer que vuestras envidias políticas vienen dictadas del cielo. Supongo que estarás contento, sembrando el terror, en personas humildes, estudiantes y trabajadores, pues a esas horas de la mañana los que mandan siguen durmiendo.
No soy teólogo, pero dudo que el ingeniero que creo este chiringuito; lleno de máquinas, tan perfectas y maravillosas, que son capaces de evolucionar por si mismas, que controlan un sin fin de leyes físicas; esté contento de que utilicen su nombre para matarse entre ellas.
Los occidentales, en nombre de Dios, cometimos barbaries de gran calibre. Dentro de unos años, vuestros descendientes os recordarán con tanta verguenza, como ahora nosotros recordamos los actos de nuestros antepasados.
El fin no justifica los medios, mucho menos, cuando el fin comun es el sueño febril de una persona de un pasado remoto, y sobre todo primitivo.
Un poquito de evolución por favor.

martes, 10 de marzo de 2009

La tranquilidad reinaba en la pequeña casa de campo, en esa casa siempre hubo más amor que pintura. Levantada con el sudor y el trabajo de sus padres, nunca fue una casa, pero desde la primera zapata, siempre fue un hogar. El niño, ajeno a todo lo que había a su alrededor, intentaba formar una torre con su exin-castillo, la cual, llegada a una altura, caía sin piedad. Con sumo cuidado recogía una y otra vez las piezas que caían fuera de la alfombra, siempre sin apartar la mirada de su vigilante madre, ya que estaba advertido de las consecuencias de manchar su ropa de domingo. Esa misma mañana ya había cobrado, al tirarse por encima la totalidad del desayuno, diez minutos antes de salir para la iglesia. Sintió sed, y poniéndose en pie con sus torpes tres años se dirigió a la cocina, donde su madre preparaba la comida.
De pronto un vecino del pueblo entró apresuradamente en el habitáculo, llevándose por delante una silla, que cayó sobre el niño, que a su vez cayó de culo. Le dijo unas palabras atropelladas a la madre y ambos salieron corriendo, dejando solo al niño, que lloraba más por el susto, que por el golpe.
El niño se calló de repente, sus cortas entendederas le hicieron comprender que de nada servía llorar si no había nadie que le escuchara. Una sensación nueva embargaba su alma, estaba solo. Nada le hacía suponer que esa sensación se convertiría en su compañera durante toda su infancia.
Se secó las lágrimas y salió a la calle extrañado; nadie. A lo lejos se veía la silueta de dos figuras que levantaban una enorme polvareda tras de sí. El niño no supo que hacer y se decidió a seguir a las dos figuras, aun a sabiendas de que no las alcanzaría. Al dar dos torpes pasos sintió unos ladridos tras de si, al darse la vuelta se le iluminó la cara. Allí de pie estaba su mejor amigo, encadenado a su caseta, seguramente para que no siguiera a su padre. Se acercó a el y se sentó al lado del enorme perro, cruce de mastín y de podenco vicenco. Ese animal, le había protegido hasta de sus progenitores, gruñiéndoles cada ves que levantaban la voz al crío, y cruzándose delante de su madre, cada vez que le iba a dar un azote. Esta vez, como tantas otras allí estaba para protegerlo ante cualquier peligro. Pasó largo tiempo jugando con el perro, hasta que este se levantó de golpe colocándose entre el camino y el niño. A lo lejos apareció una figura borrosa, y el mastín comenzó a ladrar.
La silueta fue tomando forma, se trataba de la hermana de su madre, la cual se quedó donde el perro no pudiera llegar, puesto que sabía que el animal no conocía a nadie, cuando de defender al niño se trataba. Llamó a su sobrino, y este despidiéndose del can se acercó a su tía, la cual, con lágrimas en los ojos le cogió en brazos, dándole un beso. Ambos se alejaron, dejando tras de sí al perro, que aullaba de forma lastimera. Con el paso del tiempo el niño comprendió que el perro no aullaba porque él se iba.
Apresuradamente la tía explicó, que se iba a quedar en casa de unos vecinos, acompañado de todas sus primas, porque los mayores tenían cosas que hacer. La casa de los vecinos, ese día fue una locura, seis niñas y un niño, de entre dos y seis años, saltaban, reían, gritaban y como no, lloraban. Los siete durmieron juntos en un gran sofá-cama que había en el comedor. Al día siguiente, después de comer, los padres de cada uno de sus primos, fueron a recogerlos, y a última hora, la misma tía que le fue a buscar a casa lo recogió junto a su prima. Y le dijo que si se quería ir con ella, el niño dio la respuesta evidente, que él quería ir con su madre. Su tía le dijo que su madre vendría al día siguiente, el niño convencido le dio la mano y se fue con ella.
Los días siguientes pasaron sin pena ni gloria en la memoria del niño, hasta que un día su tía le invitó a mirar por la ventana, el niño por supuesto reconoció la silueta de la mujer que le había dado la vida, y corriendo, si es que se puede correr con tres años, salió a la puerta. Su madre le cogió y le apretó junto a su pecho con una fuerza inusitada y de manera prolongada. Cuando se separó le dio un beso y le dijo con la voz entrecortada: Ahora solo nos tenemos el uno al otro.

En ese momento no entendí lo que mi madre me quería decir, pero a fuerza de años y de golpes, acabé entendiendo la trascendencia del momento. No creo que mucha gente pueda fechar su primer recuerdo, tristemente yo si. Cada mes de marzo ese recuerdo vuelve inquebrantable, y lo que a mis tres años, fue un día lleno de juegos y atenciones, año tras año, es una herida más profunda y sangrante.

No te recuerdo, solo eres una sombra en mi memoria y creo que ni siquiera te quiero. Sin embargo quiero que sepas que noto tu ausencia en cada cosa que hago, que digo, que siento. Solo espero, que estés donde estés te sientas orgulloso de donde estoy, porque yo, si que estoy orgulloso de donde vengo.

Los rayos de sol habían encontrado los resquicios de la persiana mal encajada, y entraban a borbotones en la habitación del hotel.
Fuera solo se escuchaba el romper de las olas de un mar tranquilo. Todo estaba en silencio.
El respirar tranquilo de mi compañera de cama y de vida, me hizo recordar que no estaba solo. Le aparté el flequillo de la cara y ella, dormida, sonrió. Ese terremoto que agita mi vida día tras día, descansaba plácidamente, después del ajetreado viaje que nos había llevado al único destino que quedaba libre.
La vejiga me iba a reventar, pero no quería romper la magia del momento.
Me quedé embobado, mirando el reflejo de la luz de la mañana en la lámpara de cristal de Murano, que adornaba la habitación del hotel.
Poco a poco Lydia comenzó a estirarse lentamente, como la gata perezosa que es y me dio un beso en la frente. Yo la sonreí y se lo devolví en los labios. Rota la magia, desahogué la carga acumulada durante toda la noche. Al volver abrí la ventana, y me arrepentí de no haberlo hecho antes. Cogí la cámara y recogí un instante que anidará para siempre en mi corazón.

martes, 10 de febrero de 2009

14 de febrero

En su piso, las paredes se cerraban, el techo se caía y las cortinas ocupaban el espacio minúsculo haciendo que faltara el aire. El humo encerrado, estanco sobre su cabeza, era denso cuando se sirvió dos piezas de hielo en su vaso long drink.
El dorado líquido cayó a borbotones desde el dosificador, dos dedos, como era su costumbre.
Encendió un cigarro más y exhaló el humo despacio, como si lo disfrutase, a la par que giraba el vaso haciendo sonar el hielo.
Dio el primer sorbo, y al tragar sintió como se le erizaban los pelos de la nuca. Ese sabor a roble siempre le había producido la misma sensación, por eso siempre bebía ron, pero un día era un día.
Pasado el primer trance sonrió, cuantos recuerdos evocaba, cuantas reuniones de amigos en la clandestinidad de un parque. Cuantas risas, cuantos buenos ratos había pasado al calor de una botella.
Siempre había bebido en compañía, jamás solo. Siempre llevado por las risas, la fiesta, el compañerismo; siempre empujado y jaleado por sus amigos, siempre para pasarlo bien.
Sin embargo hoy era distinto, hoy no había nada que celebrar, hoy solo buscaba un calor en su interior que ya echaba de menos.
Eran las siete y media de la tarde cuando se sirvió la segunda copa, encendió otro cigarro, y cuando echó el humo se bebió de un trago los dos dedos de whisky, sirviéndose otros dos sin pensar, apenas sintió nada cuando el licor llegó a su estómago. Dio otra calada al cigarro y bebió otro sorbo. Se levantó y cogió del estante uno de sus discos favoritos de Metallica, dio otra calada al compás de la entrada del One. Al sentarse terminó su copa y se sirvió cuatro dedos más de whisky.
Que buenos ratos escuchándo la voz de James Hitfield, que grandes momentos en compañía de los suyos y sobre todo que buenos momentos en compañía de las suyas con esta canción como banda sonora.
Encendió otro cigarro al son de los hielos. Esta vez llenó el vaso hasta el borde y se sentó a escuchar.
Dos lágrimas brotaron de sus ojos, había miles de preguntas, de dudas, de reproches que no tenían solución. Los recuerdos se agolpaban por salir, las lágrimas se llenaron de suspiros entrecortados, hasta que rompió en un llanto descontrolado, en un berrinche inconsolable. Se puso rojo de ira, lanzó el vaso contra la pared y dio un puñetazo en la mesa de café, rompiendo el cristal a la mitad. Cuando fue a coger la botella se dio cuenta de que se había cortado, roció sus nudillos con un chorro de licor, y comenzó a beber de la botella, sin levantarse del sillón. Poco a poco el whisky ganó la batalla a los recuerdos y antes de acabar la botella, se quedó dormido.
Cuando se despertó al día siguiente se metió en la ducha, lo había conseguido, estaba a salvo, había sobrevivido, solo, al día de San Ballantines.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Física

Es imposible conocer, la posición y la velocidad de los electrones que forman un átomo. Es por ello que por muchas vueltas que des, al final acabas encontrando ese electrón que recibiste de un enlace covalente, y que roto el enlace, se quedó contigo. Ese electrón de más que te confiere este signo negativo, que ya forma parte de tu carácter el resto de tú vida. Mi electrón se llama Elvira. Ambos seguimos dos trayectorias paralelas, las cuales, como es sabido, tienen dos puntos en común. En el primer punto en que coincidieron, fue nuestro pasado común, y aunque yo me empeño en vivir en un espacio euclideo, y que no se vuelva a repetir; ella se empeña en ponerme los pies en la tierra, y no me deja olvidar que tarde o temprano, volveremos a tener otro punto en común. El encuentro fue fugaz, pero inevitable, yo tengo un electrón de más y ella uno de menos, el magnetismo es lo que tiene. A partir de esa atracción, el encuentro se puede describir en función de sen x, en el intervalo entre 0 y 2π. Lo bueno que tienen las relaciones físicas, es que se pueden describir mediante ecuaciones, con lo que son fácilmente predecibles y por lo tanto evitables.

Iris

Ayer me abrí una cuenta en esa ventana de la desinformación que se llama facebook, y de alguna manera me asomé al precipicio de mi vida. He descubierto que tengo vértigo.
Soy un tío sumamente desordenado, pero de alguna manera, ayer comencé por el principio del cuento, y es que creo que dentro del género humano, está el soñar con cosas que nunca pasarán. Inevitablemente busque a Iris, mi primer y platónico amor. La ventaja de haber escuchado la lista de clase día tras día durante años, hace que mi cabeza esté llena de nombres y apellidos, que en raros casos se usan, pero que, bueno ahí están. Apareció y ya la foto lo decía todo.
Recuerdo el día que Iris entró en mi vida, los nervios del principio de curso, la vorágine del “y o más”, de ver a los compañeros de batalla del recreo, y sobre todo de que ya estabas en sexto; ya entrabas en ese selecto clan de los mayores del patio. Ahora ya eras de los que repartías, de los que no castigaban después de clase, de los que eran más altos que algunos profesores, incluso alguno, ya decía afeitarse. Y allí estaba ella, trasladada, de ciudad y de colegio, completamente descastada, abandonada, sin ningún tipo de afiliación a ninguno de los clanes formados por el paso de los años.
Desde el primer momento que la ví en la fila, deseé escuchar su nombre, desde ese momento, me imaginé como debía ser ir cogido de su mano, supongo que esta clase de pensamientos solo se tienen a esa edad, cuando yo no tenía líbido y ella no tenía tetas.
La disposición de las mesas en aquella época hacía que nos sentáramos de dos en dos. Mi sitio estaba claro, al lado de mi inseparable amigo, con el cual he compartido mesa desde el parvulario hasta la facultad, pero, y el suyo, donde estaba. Fueron momentos cruciales, agónicos, desesperados. Ella sentada en una mesa, sin compañía, sola a merced de los vientos hasta que por fin una malhumorada Silvia, no tuvo más remedio que sentarse a su lado. BIEN, solo era cuestión de tiempo que formara parte de mi clan.
Pasé todo el día lanzando miradas furtivas hacia atrás, ese pelo rubio rizado, esa cara pálida donde destacaban esos labios sonrosados y esa nariz llena de pecas. No pude olvidarla en todo el día, tenía algo que no había visto en toda mi vida, esos ojos verdes, que me derretían, esa mirada de gata me estaba volviendo loco.
Así pasé todos los días que pasé a su lado, admirando en silencio a esa niña desolada que llegó a ser mi amiga, que me contaba sus sueños, sus deseos, sus anhelos; y como, cada día comprobaba que yo no formaba parte de ellos. Le escribí mil y una estrofas, y las guardé en lo más profundo del cajón de mi alma hasta que un día llegaron a sus manos. Estábamos en segundo de bachillerato, las ciencias y las letras habían separado nuestros caminos en el instituto. Recuerdo que se puso a mi lado y me dijo “ He leído lo que escribes sobre mi, y creo que lo podemos intentar”, en ese preciso momento, me imaginé besos, revolcones, jadeos y me quedé mirando una delantera en la que yo nunca había recapacitado hasta ahora.
La cogí de la mano, y le dije “ Para un recuerdo puro que me queda, no lo voy a estropear”. Creo que el primer amor, es bueno porque es solo eso, amor. Y si como en mi caso es platónico, mucho mejor, he conservado ese recuerdo maravilloso en mi alma, durante todos estos años. Pero ayer, esta mente de portera me ha hecho tirar por la borda uno de los mejores recuerdos, que tenía guardado.
Y es que mi niña ya no es mi niña, y sus niños tampoco.

miércoles, 21 de enero de 2009

Dolor

Hoy al levantarme he sentido el peso del mundo en mi alma. Ni un solo músculo quería levantarse esta mañana. Ni siquiera esta testuz, caval y a la vez soñadora, me increpaba, como de costumbre, para que mi perezoso cuerpo se levantara de la cama, ella no podía levantarse de la almohada.
Siento en el pecho un presión salvaje, un dolor en el diafragma que me hace respirar con dificultad y hasta el cigarro mañanero, esa fugaz y placentera calada, me ha sentado como un tiro a las malditas siete de la mañana.
El resto del día dolor. Dolor al afeitarme, dolor al toser, dolor al sentarme y al arrancar el coche, dolor.
Dolor en el trabajo, dolor al coger el teléfono; al hablar, al reirme; dolor por dentro, dolor que abrasa, que estrangula, que mata, dolor.
Y al llegar a casa hasta la leve ráfaga de viento de la puerta de entrada me produce este insensible, punzánte, desalmado y hasta irreverente dolor.
No quiero que ne toques, ni me abraces, casi que ni me hables. El solo roce de tus labios me produce un estertor en la nuca que me parte las entrañas.
Todos los inicios son difíciles, y esta ardua taréa me ha pillado en vacas flacas. Esta noche no, porque me voy a la cama, pero mañana lo vuelvo a intentar, y por muchas agujetas que tenga repetiré la tabla de abdominales que perpetré ayer.

jueves, 8 de enero de 2009

Que solo estoy

Tengo un amigo que cree que está solo.
En el bar hay un señor que bebe solo.
El sol está solo.
La luna está sola.
Me fumo el último cigarro mientras me tomo un café. Solo.
El camarero está solo.
Hay un solo periódico tirado en la barra.
En la música del bar suena un solo ( De guitarra )
En la calle hay un perro lamiéndose solo ( Pausa para la envidia).
El pájaro helado que está en la jodida rama. Ese puñetero pájaro que cae muerto de frío sin quejarse, también está solo.

Póngame otro café.
¿Solo?
Si, y me cobra lo mío ... y lo de esa chica que no para de hablar por el movil.

Para Lydia, desde el rencor.

Un sueño

El timbre de voz de esa señora se estaba haciendo insoportable. El eco de su voz nasal rebotaba una y otra vez en mi cabeza, entraba por el oído izquierdo y tras un doble tirabuzón, y un rebote en las sienes, se daba de bruces contra el tímpano derecho.
La cafetera pitaba, la leche hervía y el partido del plus estaba cada vez más alto. El jefe me daba voces, los clientes silvaban al arbitro, las clientas me tocaban los cojones y los niños tiraban servilletas y palillos subidos encima de una silla. En fin, un domingo cualquiera.
En mi cabeza una idea estaba tomando forma de mujer, en mis oídos un susurro, un aliento y unos gemidos de perra en celo que me recordaban a ... ELVIRA!!!
No puede ser, lo he vuelto a hacer. Por qué nos complicamos la vida de esta manera, por qué nos hacemos daño; y no hablo de desgarros varios, ni de azotes ni dentelladas. Hablo de puñaladas traperas, porque el corazón siente cosas que la mente ni imagina, por qué me guía este celo permanente ( Como si la especie se extinguiera).
Corrí al teléfono y marqué su número, si supiera lo que hice, sabría que ocultar.
Acaso lo imaginé, acaso fue una paja mental. Colgué atropelladamente.
Doscafésuncroasantpartioalmediounmontadodemagroyunacaña.
trescincuentaalosdiezyloscincuentadepropina.
Y rapidito que te llaman por teléfono.
Se me cayó el alma al suelo, por no hablar de los cafés, salté por encima de mi jefe y me llevé una caja de Mahou por delante, cogí el teléfono y del otro lado estaba Elvira que solo me dijo siete palabras.
" Lo de anoche lo hemos soñado", y colgó.
La cabeza ma iba a estallar a la hora de cierre. Un niño se había caído, y esos gritos desgarradores, no son buenos para la resaca; si a eso se le añade que el arbitro pitó un penalty, en tiempo de descuento ( Según uno de mis clientes, porque su madre se vendía por dinero); ya tenemos cerrado a la altura de la nuca el circulo del desquicio mental resaquil.
Y allí, mientras estaba fregando el descolorido suelo, testigo del paso de los güisquises y las vomitonas de fin de año pensé:
" Menos mal que lo he soñado, pensaba que la había vuelto a liar"

domingo, 4 de enero de 2009

Ya sé decir NO

He dicho que NO, al trabajo excesivo.
He repetido la respuesta a ¿Me deja pasar delante, joven?
Anoche le dije que NO a la Penúltima copa y al último cigarrillo.
Esta mañana le he contestado lo mismo al despertador.
NO le he cogido el movil a mi NO novia.
Todavía NO he comido y me he NEGADO a tomar un café con mis amigos.
La técnica no es mala, pero todavía tengo que depurarla.

sábado, 3 de enero de 2009

Carta a S.S.M.M.

Muy señores míos:
Les escribo esta epístola con la esperánza de que este año, que he sido un trabajador nato, que he realizado todo lo posible por hacer felices a los míos, sin contar con ellos para nada, y he descubierto que cuando yo creía que no hacía nada, hacía bastante más de lo que hago ahora. Ahora que he descubierto, que mi sola presencia da mucha más felicidad a los míos que las incontables horas que me he pasado al teléfono hablándo con ellos, en fin ahora que he descubierto que soy un perfecto imbecil, con la inocencia y candidez que esto lleva consigo, me traigan ( o echen, como se dice en mi pueblo ) algunas de las cosas que he querido siempre. Si ha eso le añadimos mi total admiración hacia sus majestades, no como la que tengo a ese duende desnaturalizado y barrigón; que cambia de chaqueta según quien le pague. Me gustaría que en los zapatos que tengo repartidos por las casas de familiares y amigos tuvieran a bien dejarme:
Un montón de hermanos y una madre para mi solo.
Una novia que esté siempre a mi lado y me deje salir solo.
Un chalet en la playa a cinco minutos de Madrid.
Un bolsillo roto en el que guardar todos mis sueños.
Unos hijos que me admiren y no hagan nada de lo que yo hice.
Un baúl lleno de recuerdos, que no se pueda abrir.
Un reloj que se pare cuando no llego a la hora.
Un coche rápido que me haga llegar tranquilo a los sitios.
Unos amigos exactamente como los que tengo.
Sin nada más al respecto, quedando a su disposición para cualquier duda o aclaración se despide atentamente:
Un niño demasiado mayor.

viernes, 2 de enero de 2009

17 de Octubre

Dias grises se avecinan, pensé
y mojé mi barba de días
con mil y una lágrimas frías
y aguardiente de café.

Una cayó por el momento,
diez por recuerdos vividos,
cien en respuesta a tus quejidos
y el resto, puro dolor.

Un río amargo se desbordó
por la vida que recordaba
por un futuro que añoraba
pero que nunca pasó.

Por niños jugando en el parque,
por una casa en la ladera,
por mil besos en primavera,
por otra vela en el pastel.

Todo roto y perdido a la vez
inundado quedó en mi llanto
pensaba que te daba tanto
y era tarde y al revés.

Y a tiempo que camino solo
creo que no es tarde para aprender
no te puedo dejar de querer
y creo que tú tampoco.

Si la vida es un largo sueño
me gustaría poder despertar
y ver como sigues durmiendo
a tu lado, sin molestar.

Carta a mi corazón

¿Que tal viejo amigo?, sigues donde siempre o ya te has ido, siento que te he fallado y quiero que me perdones. Se me olvidaron nuestro planes, nuestros desvelos; se me olvidó tu aliento y nuestros sueños. Hace años que no me siento a oler la tierra mojada de nuestra niñez, ya no recuerdo la voz de nuestros abuelos, no recuerdo como se corre por el campo y hace años que no miro para el cielo. No me siento a ver las nubes, y ¿te lo puedes creer?, en 10 años no he vuelto a ver atardecer. No sé cual fué el día que te dejé de escuchar, comencé a subir en la vida y he llegado tan alto que me he quedado solo. Miro hacia abajo, y no veo mas que niebla, mis pinturas no tienen colores y mi guitarra ya no suena. Por fin despues de varios años ( 4 creo) he podido tener unos días de descanso, y cuando he vuelto a mi casa he recordado, lo que es ser libre, he llorado y por fin me he quitado el peso que tenía en el pecho y que hacía tiempo que no me dejaba respirar. He recordado lo que son los amigos, he pasado varias tardes conversando del tiempo, recordando viejas historias, que me han traido a la memoria viejos sueños. Y creo, que me he equivocado de sendero. Necesito tu ayuda, necesito comenzar de cero. Guardar en la mochila todo lo aprendido, y deshacer el camino hecho. Este trabajo, no me dado más que dinero, me ha arrebatado mi vida, y la compañía de los que más quiero. Me ha dejado sin amigos, sin familia y sin salud. Ahora además se quiere llevar a mi compañera, mi amante y sobre todo mi amiga; dice que no me conoce, dice que me he perdido, que no río, que no lloro, que no siento. Me dice que he cambiado y que ya no me quiere. Es por eso querido amigo, que te necesito, y aunque es egoista que no te haya escuchado durante años, ahora te pido que despiertes, que me ayudes como hacíamos antes que seamos uno contra el mundo. Es por eso que comienzo este blog, es por eso que he sacado mis pinturas, he afinado mi guitarra, y esta tarde me la he pasado bajo la lluvia, y al llegar a casa, como sucedía antes, me he quitado la ropa, y envuelto en una toalla me he tomado un chocolate caliente mirándo por la ventana. Mañana quiero ver amanecer, dar un paseo y llamar a Lydia, decirle que la quiero, que he despertado de un mal sueño, que tu has vuelto; y asi con tu compañía quizás me vuelva a querer.
Un abrazo amigo, y no me dejes nunca.
P.D. Posiblemente el día siete, no me presente a trabajar, tengo mucho que recuperar.