miércoles, 4 de febrero de 2009

Iris

Ayer me abrí una cuenta en esa ventana de la desinformación que se llama facebook, y de alguna manera me asomé al precipicio de mi vida. He descubierto que tengo vértigo.
Soy un tío sumamente desordenado, pero de alguna manera, ayer comencé por el principio del cuento, y es que creo que dentro del género humano, está el soñar con cosas que nunca pasarán. Inevitablemente busque a Iris, mi primer y platónico amor. La ventaja de haber escuchado la lista de clase día tras día durante años, hace que mi cabeza esté llena de nombres y apellidos, que en raros casos se usan, pero que, bueno ahí están. Apareció y ya la foto lo decía todo.
Recuerdo el día que Iris entró en mi vida, los nervios del principio de curso, la vorágine del “y o más”, de ver a los compañeros de batalla del recreo, y sobre todo de que ya estabas en sexto; ya entrabas en ese selecto clan de los mayores del patio. Ahora ya eras de los que repartías, de los que no castigaban después de clase, de los que eran más altos que algunos profesores, incluso alguno, ya decía afeitarse. Y allí estaba ella, trasladada, de ciudad y de colegio, completamente descastada, abandonada, sin ningún tipo de afiliación a ninguno de los clanes formados por el paso de los años.
Desde el primer momento que la ví en la fila, deseé escuchar su nombre, desde ese momento, me imaginé como debía ser ir cogido de su mano, supongo que esta clase de pensamientos solo se tienen a esa edad, cuando yo no tenía líbido y ella no tenía tetas.
La disposición de las mesas en aquella época hacía que nos sentáramos de dos en dos. Mi sitio estaba claro, al lado de mi inseparable amigo, con el cual he compartido mesa desde el parvulario hasta la facultad, pero, y el suyo, donde estaba. Fueron momentos cruciales, agónicos, desesperados. Ella sentada en una mesa, sin compañía, sola a merced de los vientos hasta que por fin una malhumorada Silvia, no tuvo más remedio que sentarse a su lado. BIEN, solo era cuestión de tiempo que formara parte de mi clan.
Pasé todo el día lanzando miradas furtivas hacia atrás, ese pelo rubio rizado, esa cara pálida donde destacaban esos labios sonrosados y esa nariz llena de pecas. No pude olvidarla en todo el día, tenía algo que no había visto en toda mi vida, esos ojos verdes, que me derretían, esa mirada de gata me estaba volviendo loco.
Así pasé todos los días que pasé a su lado, admirando en silencio a esa niña desolada que llegó a ser mi amiga, que me contaba sus sueños, sus deseos, sus anhelos; y como, cada día comprobaba que yo no formaba parte de ellos. Le escribí mil y una estrofas, y las guardé en lo más profundo del cajón de mi alma hasta que un día llegaron a sus manos. Estábamos en segundo de bachillerato, las ciencias y las letras habían separado nuestros caminos en el instituto. Recuerdo que se puso a mi lado y me dijo “ He leído lo que escribes sobre mi, y creo que lo podemos intentar”, en ese preciso momento, me imaginé besos, revolcones, jadeos y me quedé mirando una delantera en la que yo nunca había recapacitado hasta ahora.
La cogí de la mano, y le dije “ Para un recuerdo puro que me queda, no lo voy a estropear”. Creo que el primer amor, es bueno porque es solo eso, amor. Y si como en mi caso es platónico, mucho mejor, he conservado ese recuerdo maravilloso en mi alma, durante todos estos años. Pero ayer, esta mente de portera me ha hecho tirar por la borda uno de los mejores recuerdos, que tenía guardado.
Y es que mi niña ya no es mi niña, y sus niños tampoco.

1 comentario:

  1. Es curioso, mi primer amor sabe a verano y meda de trigo, a noches de agosto estrelladas sin luna. Él está en facebook porque ha estado a lo largo de mi vida, nunca salió y sin embargo el recuerdo de aquellos días está intacto en mi memoria y en la suya... me consta....
    Besos y gracias por pasarte por uno de mis blogs

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