jueves, 8 de enero de 2009

Un sueño

El timbre de voz de esa señora se estaba haciendo insoportable. El eco de su voz nasal rebotaba una y otra vez en mi cabeza, entraba por el oído izquierdo y tras un doble tirabuzón, y un rebote en las sienes, se daba de bruces contra el tímpano derecho.
La cafetera pitaba, la leche hervía y el partido del plus estaba cada vez más alto. El jefe me daba voces, los clientes silvaban al arbitro, las clientas me tocaban los cojones y los niños tiraban servilletas y palillos subidos encima de una silla. En fin, un domingo cualquiera.
En mi cabeza una idea estaba tomando forma de mujer, en mis oídos un susurro, un aliento y unos gemidos de perra en celo que me recordaban a ... ELVIRA!!!
No puede ser, lo he vuelto a hacer. Por qué nos complicamos la vida de esta manera, por qué nos hacemos daño; y no hablo de desgarros varios, ni de azotes ni dentelladas. Hablo de puñaladas traperas, porque el corazón siente cosas que la mente ni imagina, por qué me guía este celo permanente ( Como si la especie se extinguiera).
Corrí al teléfono y marqué su número, si supiera lo que hice, sabría que ocultar.
Acaso lo imaginé, acaso fue una paja mental. Colgué atropelladamente.
Doscafésuncroasantpartioalmediounmontadodemagroyunacaña.
trescincuentaalosdiezyloscincuentadepropina.
Y rapidito que te llaman por teléfono.
Se me cayó el alma al suelo, por no hablar de los cafés, salté por encima de mi jefe y me llevé una caja de Mahou por delante, cogí el teléfono y del otro lado estaba Elvira que solo me dijo siete palabras.
" Lo de anoche lo hemos soñado", y colgó.
La cabeza ma iba a estallar a la hora de cierre. Un niño se había caído, y esos gritos desgarradores, no son buenos para la resaca; si a eso se le añade que el arbitro pitó un penalty, en tiempo de descuento ( Según uno de mis clientes, porque su madre se vendía por dinero); ya tenemos cerrado a la altura de la nuca el circulo del desquicio mental resaquil.
Y allí, mientras estaba fregando el descolorido suelo, testigo del paso de los güisquises y las vomitonas de fin de año pensé:
" Menos mal que lo he soñado, pensaba que la había vuelto a liar"

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