martes, 10 de febrero de 2009

14 de febrero

En su piso, las paredes se cerraban, el techo se caía y las cortinas ocupaban el espacio minúsculo haciendo que faltara el aire. El humo encerrado, estanco sobre su cabeza, era denso cuando se sirvió dos piezas de hielo en su vaso long drink.
El dorado líquido cayó a borbotones desde el dosificador, dos dedos, como era su costumbre.
Encendió un cigarro más y exhaló el humo despacio, como si lo disfrutase, a la par que giraba el vaso haciendo sonar el hielo.
Dio el primer sorbo, y al tragar sintió como se le erizaban los pelos de la nuca. Ese sabor a roble siempre le había producido la misma sensación, por eso siempre bebía ron, pero un día era un día.
Pasado el primer trance sonrió, cuantos recuerdos evocaba, cuantas reuniones de amigos en la clandestinidad de un parque. Cuantas risas, cuantos buenos ratos había pasado al calor de una botella.
Siempre había bebido en compañía, jamás solo. Siempre llevado por las risas, la fiesta, el compañerismo; siempre empujado y jaleado por sus amigos, siempre para pasarlo bien.
Sin embargo hoy era distinto, hoy no había nada que celebrar, hoy solo buscaba un calor en su interior que ya echaba de menos.
Eran las siete y media de la tarde cuando se sirvió la segunda copa, encendió otro cigarro, y cuando echó el humo se bebió de un trago los dos dedos de whisky, sirviéndose otros dos sin pensar, apenas sintió nada cuando el licor llegó a su estómago. Dio otra calada al cigarro y bebió otro sorbo. Se levantó y cogió del estante uno de sus discos favoritos de Metallica, dio otra calada al compás de la entrada del One. Al sentarse terminó su copa y se sirvió cuatro dedos más de whisky.
Que buenos ratos escuchándo la voz de James Hitfield, que grandes momentos en compañía de los suyos y sobre todo que buenos momentos en compañía de las suyas con esta canción como banda sonora.
Encendió otro cigarro al son de los hielos. Esta vez llenó el vaso hasta el borde y se sentó a escuchar.
Dos lágrimas brotaron de sus ojos, había miles de preguntas, de dudas, de reproches que no tenían solución. Los recuerdos se agolpaban por salir, las lágrimas se llenaron de suspiros entrecortados, hasta que rompió en un llanto descontrolado, en un berrinche inconsolable. Se puso rojo de ira, lanzó el vaso contra la pared y dio un puñetazo en la mesa de café, rompiendo el cristal a la mitad. Cuando fue a coger la botella se dio cuenta de que se había cortado, roció sus nudillos con un chorro de licor, y comenzó a beber de la botella, sin levantarse del sillón. Poco a poco el whisky ganó la batalla a los recuerdos y antes de acabar la botella, se quedó dormido.
Cuando se despertó al día siguiente se metió en la ducha, lo había conseguido, estaba a salvo, había sobrevivido, solo, al día de San Ballantines.

3 comentarios:

  1. Los días en los que hay que hacer algo por decreto, por obligación, por clamor popular.... Ser feliz, estar enamorado, querer mucho a tu progenitor/a .... La institucionalización de los sentimientos

    - Me da una botellita de lágrimas. Es que hoy voy a un funeral
    - Las quiere de agua de glacial, de viuda desconsolada o de heredero afortunado
    - ¿Cuáles son las más baratas?
    - Las suyas, está claro

    ¡Qué el día de San Valentín te pille a buen recaudo!
    Besos

    ResponderEliminar
  2. El sueño siempre es una buena terapia para sobrevivir...muy bueno...
    Besos

    ResponderEliminar
  3. es que sobrevivió que lo puede contar

    besotes

    ResponderEliminar